
Vivimos en una época en la que lo visual, lo rápido y lo eficiente parecen ser más importantes que lo verdadero, lo profundo o lo humano. Basta mirar las redes sociales, los anuncios o incluso nuestros propios hábitos diarios para notar que gran parte de lo que hacemos está pensado para “verse bien” o “producir más”. Pero, ¿qué estamos perdiendo en el camino?
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han ha escrito varios ensayos que nos ayudan a reflexionar sobre esta transformación. En libros como La salvación de lo bello (2015) y La expulsión de lo distinto (2017), Han plantea que el ser humano del siglo XXI ha cambiado su forma de vivir y de relacionarse consigo mismo y con el mundo.
Lo pulido y el cuerpo sin historia
Han dice que hoy vivimos en una “estética de lo pulido”: buscamos superficies lisas, sin imperfecciones ni conflictos. Esta obsesión se ve en cómo cuidamos nuestra imagen en redes sociales, siempre intentando mostrar una vida ideal. Incluso el cuerpo ha sido afectado por esta tendencia: debe verse perfecto, joven y sin huellas del tiempo. Las cicatrices, arrugas o gestos reales desaparecen detrás de filtros y retoques. El problema es que, en esa búsqueda de perfección, vamos perdiendo nuestra autenticidad.
El arte que ya no incomoda
También el arte ha cambiado. En lugar de ser un espacio donde podamos cuestionarnos o reflexionar, muchas veces se ha vuelto simple decoración. Han critica que hoy el arte ya no nos confronta con la realidad o con lo incómodo. Solo busca gustar. Ernst Cassirer (1955) ya advertía que la belleza debía ayudarnos a conocer y transformar, no solo a agradar.
¿Y nuestra libertad?
Otra idea clave de Han es que hoy no somos explotados por otros, como antes se decía, sino que muchas veces somos nosotros quienes nos autoexigimos al extremo. Buscamos ser siempre productivos, exitosos, visibles. Pero esa “libertad” que parece permitirnos hacer todo, muchas veces nos desconecta de lo que realmente necesitamos. El filósofo Juan Fernando Sellés (2008) propone que, para recuperar lo humano, necesitamos desarrollar una sensibilidad más profunda, que nos permita ver lo valioso más allá de lo útil.
¿Hacia dónde vamos?
Estas reflexiones nos invitan a preguntarnos: ¿cómo queremos vivir? ¿Qué tipo de personas estamos siendo? ¿Es posible recuperar una vida más auténtica, donde el arte, la belleza, la diferencia y la vulnerabilidad tengan un lugar?
Volver a lo humano no significa rechazar la tecnología o la estética, sino darles un nuevo sentido. Significa aprender a mirar más allá de la superficie, abrazar lo imperfecto y reconectar con lo que realmente importa.
Referencias:
Cassirer, E. (1955). Filosofía de las formas simbólicas II: Pensamiento mítico. Fondo de Cultura Económica.
Han, B. (2015). La salvación de lo bello. Herder Editorial.
Han, B. (2017). La expulsión de lo distinto. Herder Editorial.
Sellés, J. F. (2008). Antropología para inconformes: Reflexiones en torno al sentido de la existencia humana. Ediciones Universidad de Navarra.